Entramos en una puesta "detalle",bellos cuerpos tendidos como estiba;escenografía esquemática(simplificada) advirtiendo que todo el peso de atención recae en las protagonistas y en guiños de convención(tren,convulsiones,flores y zapatos cayendo desde el techo de bambalinas...)
Esta suerte de "Alicia en el pais de las pesadillas"(padre-conejo violador) es narrada con poesía,donde las cuidadas actuaciones de Celeste(Tabita) y María(Margot) metabolizan la historia para facilitar que esta vieja-actualidad de una sociedad hipócrita sea digerida sin espasmos.
Dos almitas "desangeladas" con distintas etopeyas(personalidades) son cautivas,explotadas y prostituídas por "eL",un númen perverso e inalcanzable para la inocencia de las niñas.Entran y salen de la realidad para morigerar con juegos y chismes el lugar que hoy ocupan en el mundo,el espanto prostibulario!
De pronto,los recuerdos son quiebres que el cuerpo no resiste como tampoco resiste el deterioro por el abuso y la desatención.Son objetos parlantes,instalados como necesaria patología expiatoria de un sistema social que usa y descarta.
La obligada complicidad en el desgarro que habitan las acerca a recuperar su identidad:a ser quienes son con nombre real,terruño,afectos y un hipotético horizonte deseado.
Diálogos precisos,sin contrabandear información porque la actuación conmueve y conduce,dicen lo justo con cuerpo y texto.Los "guiños" de marras son eficaces,buen trabajo de técnicos y asistentes:sonido y luces puntuales!
Un innombrado "fiolo",acaso porque lo que hace "no tiene nombre"!#2
Dos criaturas,como tantas, subidas a un tren con destino ignominioso que ruedan sobre rieles olvidados de mirar.
Lograda pieza de Mauro,María y Celeste que vehiculizan con arte un grito para sacudir consciencias-
que más ?
#1-Esto es teatro...off(fuera) de qué ?
#2-"sin nombre,"tomado de la obra homónima del compañero teatrista Mauro Martínez.-
Pablo Tambella
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Susana Espano
NoticiasTeatrales.es
El tema que se aborda puede caer en lugares comunes, alegatos sentenciosos o una simple crónica. Sin embargo, la trama eligió recorrer el tema, no como la victimización del mundo de la prostitución, sino que prefirió transitar por otras aristas y posibilidades que se abren, a partir de contar las historias de estas dos jóvenes que, por distintas razones, llegaron un día al mundo marginal de la trata de blancas.
Tabita, fue “vendida” por su familia a un personaje al que permanentemente se alude pero nunca aparece en escena. El deslumbramiento de la joven, el sueño de triunfar en Buenos Aires y ser la salvación para su numerosa familia, son el motivo de su llegada a la capital. Enferma, con un pronóstico nada alentador, la encontramos en diálogo con su compañera de suerte, Margot, que en un principio parece ser una porteña superada pero, con el correr del diálogo, terminará siendo oriunda del mismo pueblo de su amiga.
A través de este planteo se suceden los recuerdos que, el autor elige enfocar hacia los momentos gratos de la niñez, las ilusiones rotas y los sueños que aún dan sentido al futuro. Sin embargo, a pesar de esas fugas momentáneas, los recuerdos se engarzan con otras motivaciones dolorosas que, a modo de marca, han determinado el presente: la violación, la imposición familiar de elegir un destino atroz, la enorme soledad y el vacío de los personajes que solo se refugian en una suerte de inocencia evocativa no pueden, sin embargo, escapar de una realidad atroz; una pesadilla de la que saben no podrán salir.
Un hálito de tristeza y desolación se extiende por la escena pero, lejos de sentir repulsión por estos dos seres, el sentimiento que despiertan en el espectador es el de una profunda ternura y pena por saber que, aunque no dicho, el final será trágico.
Dos excelentes actrices dan vida a estos dos seres marginales y condenados; es muy buena la interpretación de Celeste Gerez -Tabita-, en su permanente fluctuar entre el espasmo de tos y la alegría de un canto que canta, más para exorcizar el miedo que por certidumbre. Intensa la interpretación de María Viau –Margot-, cuando narra la separación de su hija y poderoso el crescendo dramático que imprime a la evocación de su violación infantil.
Entre ambas jóvenes se advierte una buena simbiosis, un entendimiento mutuo que sobre el escenario es fácil advertir. Una aparece en función de la otra y la obra gana con ello.
Buenos los recursos y la dirección de Mauro Molina que, sin caer en excesos, cuenta una historia dura y actual.
Susana Spano